Aunque no seamos totalmente conscientes de ello, nuestra mente es capaz de protegernos ante situaciones que nos afectan emocionalmente; uno de estos mecanismos de defensa es la proyección psicológica. Lo cierto es que puede ser dañina en nuestras relaciones, ya que por lo general concluye en herir o hacer sentir culpable al otro sin darnos cuenta, y en ocasiones, injustamente.
La proyección psicológica como mecanismo de defensa
Cuando una persona no puede aceptar ciertos rasgos, cualidades, deseos o impulsos en sí mismo, entonces procede a proyectarlos y atribuirlos al otro. Esto se debe a que se presenta una incomodidad o algún sentimiento de vergüenza propio, generalmente inconsciente, que se evita afrontar. Es así como la persona aborda ese rasgo que se le dificulta, pero sin reconocerlo como suyo.
Una vez entendido, podemos preguntarnos qué es lo que protege el hecho de proyectarnos. Por lo general, la autoestima y el ego. Es decir, se requiere de un ego demasiado sólido para esconder todo tipo de “lado malo u oscuro” que haya en uno mismo. En el fondo, este tipo de personas afirman en su mente que los sentimientos, pensamientos y comportamientos negativos te vuelven inferior, y lo que hacen es ocultarlo.